Entre el amor y lo correcto
Narrador: Ya era tarde, y a Caperucita aún le quedaba mucho recorrido para llegar a la casa de su abuela a entregarle el pan que su madre le había mandado. Sentía que alguien la observaba a lo lejos, pero no tenía miedo, el bosque le transmitía mucha tranquilidad.
Lobo (con voz seductora):¿Que hace una niña tan hermosa caminando sola por el bosque?¿puedo acompañarte?
Caperucita (con superioridad): Deberías ser más discreto si vas a seguirme. Le llevé una canasta de pan a mi abuela, aunque claro, eso a ti no te importa. Y tampoco necesito un guardaespaldas.
Lobo (indignado pero burlón): Pero que niña tan grosera; al menos tengo la decencia de ofrecerte mi compañía en este bosque tan peligroso. Acaso no sabes que este bosque está lleno de trampas y de depredadores.
Caperucita (con sarcasmo): ¡¿qué?! ¡¿en serio?!, no lo sabía, milagro que no me ha sucedido nada malo.
Lobo: Te crees muy lista, pero algo te podría suceder. Vivo acá desde que era niño y ya sé donde está ubicado todo… dame el placer de acompañarte y ayudarte de camino a la casa de tu abuela.
Caperucita (más irritada): De acuerdo, me puedes acompañar. La única condición es que luego de que lleguemos te irás y no me volverás a molestar.
Lobo (confiado): Te aseguro que al final del camino no vas a querer alejarte de mi.
Narrador: La joven caperucita y el lobo siguieron el camino que los llevaría a la casa de la abuela. Hablaron y hablaron... algo en ese feroz lobo cautivaba a Caperucita. Poco a poco le interesaban más las palabras que salían de su boca y se encontraba perdidamente enamorada de él.
Caperucita (apenada): Lobo, antes de llegar a la casa de mi abuela tengo que confesarte algo: sé que te conozco desde hace pocas horas pero algo en ti me tiene flechada, me estás empezando a gustar.
Lobo (seguro): Te lo dije, ya no me ibas a querer dejar. Tu me gustas, y desde que te vi caminando a lo lejos con tu inocente cara.
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